Otros trastornos de la infancia, la niñez o la adolescencia
Mutismo Selectivo
La característica esencial del mutismo selectivo es la incapacidad persistente de hablar en situaciones sociales específicas.
CRITERIOS PARA DIAGNOSTICARLO SEGÚN EL DSM IV:
A. Incapacidad persistente para hablar en situaciones sociales específicas (en las que se espera que hable, p. ej., en la escuela) a pesar de hacerlo en otras situaciones.
B. La alteración interfiere el rendimiento escolar o laboral o la comunicación social.
C. La duración de la alteración es de por lo menos 1 mes (no limitada al primer mes de escuela).
D. La incapacidad para hablar no se debe a una falta de conocimiento o de fluidez del lenguaje hablado requerido en la situación social.
E. El trastorno no se explica mejor por la presencia de un trastorno de la comunicación (p. ej., tartamudeo) y no aparece exclusivamente en el transcurso de un trastorno generalizado del desarrollo, esquizofrenia u otro trastorno psicótico.
Síntomas y trastornos asociados
Las características asociadas al mutismo selectivo incluyen timidez excesiva, miedo al embarazo social, aislamiento y retraimiento sociales, «pegarse» a otros, rasgos compulsivos, negativismo, pataletas o comportamiento controlador o negativista, en especial en casa. Puede existir un grave deterioro de la actividad social y escolar Aunque los niños con este trastorno suelen poseer unas habilidades lingüísticas normales, ocasionalmente tienen asociado un trastorno de la comunicación, o una enfermedad médica que cause anormalidades de la articulación. También pueden asociarse trastornos de ansiedad, retraso mental, hospitalización, o estrés psicosocial grave.
Curso
Habitualmente, el mutismo selectivo se inicia antes de los 5 años de edad, pero el trastorno puede no presentarse en la consulta clínica hasta haberse realizado el ingreso en la escuela. Aunque la alteración suele durar sólo unos pocos meses, a veces persiste más tiempo e incluso se prolonga durante varios años.
Diagnóstico Diferencial
El mutismo selectivo debe distinguirse de los trastornos del habla que se explican mejor por un trastorno de la comunicación como trastorno fonológico, trastorno del lenguaje expresivo, trastorno mixto del lenguaje receptivo-expresivo o tartamudeo. A diferencia del mutismo selectivo, la alteración del habla propia de estos trastornos no se limita a una situación social específica.
Los sujetos con trastorno generalizado del desarrollo, esquizofrenia u otro trastorno psicótico, o retraso mental grave, pueden experimentar problemas en la comunicación social y ser incapaces de hablar adecuadamente en situaciones sociales. Por el contrario, el mutismo selectivo sólo debe diagnosticarse en un niño que tenga una capacidad demostrada para hablar en algunas situaciones sociales.
Trastorno reactivo de la vinculación de la infancia o la niñez
La característica esencial del trastorno reactivo de la vinculación es una relación social que, en la mayor parte de los contextos, se manifiesta marcadamente alterada e inapropiada para el nivel de desarrollo del sujeto.
CRITERIOS PARA DIAGNOSTICARLO SEGÚN EL DSM IV:
A. Relaciones sociales en la mayor parte de los contextos sumamente alteradas e inadecuadas para el nivel de desarrollo del sujeto, iniciándose antes de los 5 años de edad, y puestas de manifiesto por (1) o (2):
(1) incapacidad persistente para iniciar la mayor parte de las interacciones sociales o responder a ellas de un modo apropiado al nivel de desarrollo, manifestada por respuestas excesivamente inhibidas, hipervigilantes, o sumamente ambivalentes y contradictorias (p. ej., el niño puede responder a sus cuidadores con una mezcla de acercamiento, evitación y resistencia a ser consolado, o puede manifestar una vigilancia fría)
(2) vínculos difusos manifestados por una sociabilidad indiscriminada con acusada incapacidad para manifestar vínculos selectivos apropiados (p. ej., excesiva familiaridad con extraños o falta de selectividad en la elección de figuras de vinculación)
B. El trastorno del Criterio A no se explica exclusivamente por un retraso del desarrollo (como en el retraso mental) y no cumple criterios de trastorno generalizado del desarrollo.
C. La crianza patogénica se manifiesta al menos por una de las siguientes características:
(1) desestimación permanente de las necesidades emocionales básicas del niño relacionadas con el bienestar, la estimulación y el afecto
(2) desestimación persistente de las necesidades físicas básicas del niño
(3) cambios repetidos de cuidadores primarios, lo que impide la formación de vínculos estables (p. ej., cambios frecuentes en los responsables de la crianza)
D. Se supone que el tipo de crianza descrita en el Criterio C es responsable del comportamiento alterado descrito en el criterio A (p. ej., las alteraciones del criterio A empezaron tras la instauración de los cuidados patogénicos que aparecen en el Criterio C).
Código basado en el tipo:
Tipo inhibido: si predomina el Criterio A1 en la presentación clínica
Tipo desinhibido: si predomina el Criterio A2 en la presentación clínica
Síntomas y trastornos asociados
Algunas situaciones (p. ej., hospitalización prolongada del niño, pobreza extrema o inexperiencia de los padres) predisponen a la práctica de una crianza patológica. Sin embargo, una crianza claramente patológica no siempre determina el desarrollo de un trastorno reactivo de la vinculación; algunos niños establecen relaciones sociales y vínculos estables incluso en situaciones de abandono o maltrato relevantes.
El trastorno reactivo de la vinculación puede asociarse a retrasos del desarrollo, trastorno de la ingestión alimentaria de la infancia, pica o trastorno de rumiación.
Curso
El inicio del trastorno reactivo de la vinculación suele aparecer en los primeros años de la vida y, por definición, antes de los 5 años. Su curso parece variar en función de factores individuales, Otros trastornos de la infancia, la niñez o la adolescencia del niño y de los cuidadores, la gravedad y la duración de la privación psicosocial asociada, y la naturaleza de la intervención. Si se suministra un apoyo ambiental adecuado, pueden producirse remisiones o mejorías considerables. De otro modo, el trastorno discurre según un curso continuo.
Diagnóstico Diferencial
Algunos niños con retraso mental grave presentan problemas particulares con los cuidadores y manifiestan características sintomáticas de trastorno reactivo de la vinculación. El trastorno reactivo de la vinculación no se diagnostica si se cumplen criterios de trastorno generalizado del desarrollo. El tipo desinhibido debe distinguirse del comportamiento impulsivo o hiperactivo característico del trastorno por déficit de atención con hiperactividad. A diferencia de lo que sucede en el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, el comportamiento desinhibido del trastorno reactivo de la vinculación se asocia característicamente a un intento por establecer vínculos sociales tras una relación sumamente breve. Una crianza intensamente patogénica es una característica definitoria del trastorno reactivo de la vinculación. Puede quedar justificada una calificación adicional de maltrato infantil, abandono infantil, o problema de las relaciones padres-hijos. Cuando una crianza intensamente patogénica no provoca alteraciones relevantes de la relación social, más que de un trastorno reactivo de la vinculación puede hablarse de abandono infantil o de problema en las relaciones padres-hijos.
Trastorno de movimientos estereotipados
La característica esencial del trastorno de movimientos estereotipados es un comportamiento motor repetitivo, que suele parecer impulsivo y no es funcional.
CRITERIOS PARA DIAGNOSTICARLO SEGÚN EL DSM IV:
A. Comportamiento motor repetitivo, que parece impulsivo, y no funcional (p. ej., sacudir o agitar las manos, balancear el cuerpo, dar cabezazos, mordisquear objetos, auto morderse, pinchar la piel o los orificios corporales, golpear el propio cuerpo).
B. El comportamiento interfiere las actividades normales o da lugar a lesiones corporales auto infligidas que requieren tratamiento médico (o que provocarían una lesión si no se tomaran medidas preventivas).
C. Si hay retraso mental, el comportamiento estereotipado o auto lesivo es de gravedad suficiente para constituir un objetivo terapéutico.
D. El comportamiento no se explica mejor por una compulsión (como en el trastorno obsesivo-compulsivo), un tic (como en el trastorno por tics), una estereotipia que forma parte de un trastorno generalizado del desarrollo o una tracción del cabello (como en la tricotilomanía).
E. El comportamiento no se debe a los efectos fisiológicos directos de una sustancia ni a una enfermedad médica.
F. El comportamiento persiste durante 4 semanas o más.
Especificar si:
Con comportamiento auto lesivo: si el comportamiento da lugar a daño corporal que requiera tratamiento específico (o que daría lugar a daño corporal si no se tomaran medidas protectoras)
Síntomas y trastornos asociados
El sujeto puede recurrir a métodos de autocontención (p. ej., mantener las manos bajo el jersey, en los pantalones o en los bolsillos) a fin de intentar controlar los comportamientos autolesivos. Cuando se interfiere la autocontención, se reemprenden los comportamientos. Si los comportamientos son extremos o resultan repulsivos a otras personas, pueden aparecer complicaciones psicosociales por la exclusión que sufra el sujeto respecto de ciertas actividades sociales y comunitarias. El trastorno de movimientos estereotipados aparece con frecuencia asociado al retraso mental. Este trastorno también puede aparecer asociado a déficit sensoriales graves (ceguera y sordera) y puede ser más frecuente en ambientes institucionales, donde el sujeto recibe una estimulación insuficiente.
Curso
No existe una edad típica de inicio o un patrón de inicio por trastorno de movimientos estereotipados. Dicho inicio puede seguir a un acontecimiento ambiental estresante. En sujetos no verbales con retraso mental grave, los movimientos estereotipados pueden ser provocados por una enfermedad médica dolorosa. Los movimientos estereotipados suelen ser máximos en la adolescencia, y a partir de este momento pueden declinar gradualmente. El objetivo de estos comportamientos cambia con frecuencia.
Diagnóstico Diferencial
Los movimientos estereotipados pueden asociarse a retraso mental, sobre todo en sujetos situados en ambientes no estimulantes. Movimientos estereotipados repetitivos son una característica de los trastornos generalizados del desarrollo. El trastorno de movimientos estereotipados no se diagnostica si las estereotipias se explican mejor por la presencia de un trastorno generalizado del desarrollo. En general, los movimientos estereotipados parecen ser más motivados e intencionados, mientras que los tics tienen una calidad más involuntaria y no son rítmicos. Las lesiones autoinducidas del trastorno de movimientos estereotipados deben distinguirse del trastorno facticio con predominio de signos y síntomas físicos, donde la motivación de la autolesión es asumir el papel de enfermo.
Los movimientos involuntarios asociados a enfermedades neurológicas suelen seguir un patrón típico, estando presentes los signos y síntomas del trastorno neurológico en cuestión.
Los comportamientos autoestimulantes de los niños pequeños propios de su nivel de desarrollo suelen ser muy limitados y pocas veces producen lesiones que requieran tratamiento.
Trastorno de la infancia, la niñez o la adolescencia no especificado
Esta categoría es una categoría residual para trastornos que se inician en la infancia, la niñez o la adolescencia y que no cumplen los criterios de ningún trastorno específico de esta clasificación.